Ciencia y más

Sobre ciencia y el método científico, entre otras cosas.


Deja un comentario

Convencer antes que imponer.

Partamos de un principio científico: las vacunas son útiles. La vacunación es el mejor método tanto para erradicar o atenuar la incidencia de las enfermedades infecciosas como para mitigar sus efectos en el individuo1. Nótese la doble vertiente de esta frase con implicaciones colectivas e individuales: la vacuna es buena tanto para el bien común como para uno mismo. Con respecto al bien común, la inmunidad generalizada permitió erradicar la viruela y restringir, por ejemplo, la poliomielitis, el sarampión o el tétanos, al menos en las tierras afortunadas. Claro que no es la panacea y tiene sus limitaciones2-4, pero hay consenso científico sobre su efectividad5; otros ejemplos de eficacia contrastada son las vacunas contra la varicela6, la gripe7 o el virus del papiloma humano8. No obstante, no hay que bajar la guardia: incluso una vez controlada una enfermedad mediante intervenciones epidemiológicas, como la vacunación masiva, un descenso en la tasa de vacunación puede traer de nuevo la epidemia de vuelta9-13.

Sigue leyendo